A poniente de Menorca y sobre un banco de arena a -57m encontramos los restos de este barco de madera, en rápido proceso de descomposición y herido por barcas de arrastre aunque lleno de vida acuática.
Es mi primera inmersión aquí y al bajar el fondo irreconocible sólo parecía alejarse mientras a nuestro encuentro tan sólo iban cruzándose bonitas y solitarias medusas.
Finalmente la arena y poca luz; allí los restos partidos de una embarcación de tamaño medio, piezas diseminadas sobre el fondo y una estructura claramente reconocible entre peces.
Las cuadernas son hoy hogar de congrios; los congrios más grandes que jamás ví son aparentemente amigables pues algunos buzos han entablado una particular relación con ellos, intercambiando carícias submarinas. Personalmente, aprecio mis dedos; mucho!!
En la Proa y sobre la arena tres colas, cabrachos y demás pececillos colorados aparecen al ritmo de la iluminación del flash.
Siempre se dice que los pecios tienen una cierta magia, será porque tienen una historia detrás de su hundimiento, será porque a veces uno puede dar rienda suelta a su imaginación creando su propio cuento trágico o quizá simplemente por sentirse un explorador al visitarlo y rebuscar entre las ruinas y restos.
La historia de este barco, no es precisamente trágica y cuentan que el hundimiento se debió a un incendio a bordo, en el cuál sólo hubo daños materiales.
Lo más curioso es ver cómo en tan poco tiempo se ha convertido en un verdadero arrecife de vida y, espero que así continue incluso una vez desaparecida toda la madera que comformaba el caso del barco; pues en poco tiempo la degradación es más que apreciable.
Para ser la primera visita a este punto, salí impresionado y con ganas de volver; si la profundidad no es suficiente como para tomarse esta inmersión en serio pues quizá la diferencia térmica de 27º a 18ºC si lo será.
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